La rosácea es la dermatosis más frecuente en la mujer de edad media y tiene un importante componente psicológico. En general se trata de mujeres que tienen una piel muy sensible que no tolera los cosméticos habituales. Se manifiesta según la etapa en que se encuentre por la aparición de rojeces en la cara fundamentalmente en mejillas y también en mentón (cuperosis) que se acompaña de pequeñas dilataciones vasculares (telangiectasias). Cuando la rosácea evoluciona a fases más intensas pueden aparecer pápulo-pustulas (rosácea pápulo-pustulosa) e incluso aumento de los tejidos blandos de la nariz (rinofima).

En su origen se han implicado diversos factores externos (determinadas comidas y bebidas, el sol, medicamentos) y también factores propios del individuo como factores genéticos y psicológicos e incluso infecciosos (Helicobacter pilori y Demodex folliculorum).

En esta enfermedad es muy importante que el dermatólogo realice un diagnostico correcto para determinar en qué fase se encuentra la paciente, aconsejar las medidas preventivas para evitar aquellos factores que la empeoran y medidas dermo-cosméticas adecuadas entre las que se encuentra el maquillaje corrector para disimular y mejorar la calidad de vida.

En relación con el tratamiento, disponemos de un equipo de luz pulsada intensa que en la actualidad es el tratamiento más eficaz para la rosácea en fase cuperósica y telangiectásica. Los resultados son excelentes en muchos casos en una sola sesión aunque a veces son necesarias varias sesiones dependiendo del tipo de piel y el grado de afectación. Cuando la rosácea ha evolucionado, disponemos también de diversos fármacos tanto de aplicación tópica como por vía oral y después aplicaremos la luz pulsada intensa para tratar las rojeces y telangiectasias residuales.